Gruta de la Paz


A 49 km al sur de Tulcán, en la provincia del Carchi, recorriendo un camino estrecho al borde de excitantes y sobrecogedores precipicios de hasta 300 metros de caída vertical, al fondo de los cuales encontramos zigzagueante al bravo rio Apaquí, el cual en su milenario taladrar a la montaña logró atravesarla formando dentro una impresionante gruta, en cuyo interior se ha instalado un Santuario en honor a la Virgen de La Paz, patrona espiritual de los carchenses, por lo cual es muy visitado por turistas de la localidad o del sur de Colombia quienes vienen en grandes romerías para el 9 de julio, día de su fiesta mayor.

La naturaleza y la fe fueron las arquitectas de la Gruta de La Paz. La fuerza del agua se filtró por un brazo de la montaña y allí abrió un escenario lleno de estalactitas y estalagmitas de diferentes colores, en la cueva también anidan pequeñas aves y murciélagos.

La cueva donde se encuentra Nuestra Señora, tiene 150 metros de profundidad.

Sobre la caverna está el Pueblo de la Paz en donde encontramos el Convento de las Hermanas Clarisas.

La Gruta de La Paz es única en el Ecuador y no se tiene noticia de alguna similar en Sudamérica. El río Apaquí con sus tambores de agua la atraviesa en una longitud de 120 m. El murmullo del río inunda todo el tiempo la capilla.

En el cielo calizo de la caverna, el paciente observador, con un poco de ensoñación, puede configurar escenas de un atardecer atormentado, casi barroco, en tanto golondrinas de pluma, hueso y esporádicos murciélagos hacen maromas en el aire. La vegetación es xerofítica, con excepción de unos cuantos higuerones imponentes y coposos.

El 8 de diciembre de 1976, la Conferencia Episcopal y demás autoridades eclesiásticas le declararon Santuario Nacional Mariano y se inauguró el Monasterio de Santa Clara. Es administrado por la Curia de Tulcán y la Comunidad de Hermanas Clarisas.

A la Gruta llegan cientos de fieles de la Virgen de La Paz, a quien le piden favores o le agradecen por los milagros que les fueron concedidos. Y la mejor forma de mostrar gratitud es colocando placas y fotografías a un lado del santuario, el cual parece una linda galería que recuerda a los peregrinos que los anhelos sí pueden cumplirse con fe.

Cómo llegar


Hay dos entradas hacia la Gruta de la Paz. Una queda a hora y media desde Ibarra y se distingue porque en el ingreso hay una imagen de la Virgen que da la bienvenida a los turistas. El camino es empedrado, pero ofrece paisajes naturales nunca antes vistos, formaciones rocosas y túneles naturales que dejan perplejo a cualquier pasajero.


El segundo acceso se encuentra a cinco minutos del primero, viajando de sur a norte, en el caserío de El Capulí; la carretera es asfaltada y el trayecto demora alrededor de 10 minutos.

En ambos lugares hay transporte.

En la Gruta de La Paz se profesa la fe, se pasea y se divierte

Cuenta la historia que en 1915 un cura de apellido Jaramillo ofició una misa en la Gruta de La Paz.
Era la primera vez que se realizaba una eucaristía en esa cueva natural, ubicada en el poblado del mismo nombre, en el sureste de la provincia de Carchi.

Después del servicio religioso, el párroco tuvo un sueño. Visualizó un río y una piedra gigante. Al siguiente día, junto a un grupo de indígenas, visitó la gruta y comprobó que ese lugar, enclavado en el cañón del río Apaquí, era el sitio indicado para instalar un santuario en honor a la Virgen.

Tomaron la piedra y la llevaron hasta San Antonio de Ibarra. Ahí el famoso artista Daniel Reyes talló, inspirándose en Notre Dame de París como plegaria para el cese de fuego en la Primera Guerra Mundial allá por el año de 1916. La imagen aún sigue sorprendiendo por su perfección a los visitantes.

Todo es bello y hermoso
viviendo junto a Ti,
Mil golondrinas piando
sobre el río Apaqui
Estalactitas tantas,
que a todo el mundo encanta,
Santuario, cuna hermosa que bien se ora aquí.

¡Oh! Virgen Sacrosanta, escucha por doquier
las plegarias, y ruegos, de este pueblo fiel.
Bendice a vuestros hijos, que te vienen a ver
Que postrados de hinojos, piden amor y fe.